Nº 42 REVISTA GOLF Y PÁDEL BURGOS
Últimamente
cada vez se ven más niños compitiendo en categorías de adultos, algo que no
debería escandalizar a nadie porque son los propios chavales los que quieren
jugar con gente mejor. Para los que les entrenamos, lógicamente es un orgullo
ver a los chicos progresar y dar la cara ante los mayores, pero para estos
últimos resulta incómodo jugar contra ellos. Desde el momento de entrar en la
pista, el apelativo de abusón merodea por la cabeza de los
adultos, cuya ética hace que no sepan muy bien cómo actuar. Si la pegan fuerte,
queda feo, y si no la pegan, pueden incluso perder.
Los
adultos no se dan cuenta de que eso, jugar a tope, es lo que les están pidiendo
sus jóvenes contrarios. Se han apuntado a una categoría superior para que les
venga la bola bien rápido, para tener que tirar los globos bien altos y para
tener que correr a fondo en cada desplazamiento, porque quieren seguir
creciendo como jugadores. Si sólo quisieran ganar, se apuntarían únicamente en
su categoría, donde habitualmente lo hacen de manera más que holgada. Lo que
quieren es aprender y competir mejor.
Y yendo un poco más lejos, los adultos tampoco se dan
cuenta que dentro de unos años esos niños ya serán unas bestias que les van a
sacar de la pista sin compasión, así que, sin perder la elegancia, hay que
afrontar el duelo a tope y aprovechar el momento, porque dentro de poco serán
los chavales los que abusen de sus cualidades físicas y técnicas y ahí no habrá
quien les pare.
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